Los Trastornos del Espectro Autista (TEA) son trastornos del neurodesarrollo que alteran de forma significativa las áreas de la comunicación, la interacción social y la conducta. Es un trastorno permanente y que va a limitar la vida de la persona que lo padece, además de ocasionar un importante estrés en el ámbito familiar. No obstante, hay que tener en cuenta que el grado de la enfermedad y severidad de los síntomas es muy variable.
Al apenas disponer de marcadores biológicos que ayuden a identificar esta patología para establecer un diagnóstico, es necesario basarse en manifestaciones clínicas o de comportamientos.
Problemas para el diagnóstico precoz
Aunque mayoritariamente son los propios padres los que detectan problemas en el neurodesarrollo de sus hijos entre los 18 y los 24 meses, que posteriormente serán o no confirmados por los especialistas como casos de TEA, existen una serie de circunstancias que retrasan el diagnóstico en un porcentaje significativo de casos:
- Incidencia relativamente baja.
- Desconocimiento de las manifestaciones clínicas.
- Dificultad de los padres para detectar los síntomas sutiles en algunos tipos de autismo, como el Asperge.
- Un desarrollo sensorial y motor adecuado en ciertos casos.
Síntomas más comunes
Algunos niños con TEA presentan una serie de síntomas muy claros y visibles y por ello son detectados por los padres en los primeros meses de vida. Pero a veces son los profesores de la guardería los que ponen en alerta a los padres al observar un desarrollo inadecuado de sus habilidades básicas o de relación con los otros niños.
Estos son los principales ejemplos:
- Retraso o ausencia del habla.
- No presta atención a las otras personas.
- Falta de respuesta a las expresiones faciales o sentimientos de los demás.
- Falta de juego simbólico y ausencia de imaginación.
- Falta de interés por los niños de su edad.
- Incapaz de compartir placer.
- Alteración cualitativa en la comunicación no verbal.
- No señalar objetos para dirigir la atención de otra persona.
- Falta de utilización social de la mirada.
- Falta de iniciativa en actividades o juego social.
- Falta de reacción a estímulos sonoros.
La importancia del profesor en la detección del autismo del alto rendimiento
Los niños afectados por síndrome de Asperger o autismo de alto rendimiento son los más difíciles de detectar, ya que muchas veces no manifiestan de forma clara su problema hasta que no se les expone a un mayor grado de demanda social, lo que no suele ocurrir hasta el inicio de la educación primaria.
Por este motivo, en estos casos específicos es cuando se hace más importante, y a veces imprescindible, la participación del profesor en la detección de síntomas que hagan sospechar de un posible caso de autismo.
Estos serían los principales síntomas de alarma:
- Desarrollo deficiente del lenguaje: mutismo, entonación rara o inapropiada, vocabulario inusual para la edad del niño, limitaciones en la expresión, etc.
- Tendencia a hablar espontáneamente sólo sobre temas de su interés.
- Dificultad para unirse al juego de otros niños.
- Conductas agresivas.
- Falta de cumplimiento de las normas de la clase: no obedecer a los profesores, mínima cooperación en las actividades de clase, no seguir las normas culturales, etc.
- Reacción negativa ante los estímulos.
- Relación anormal con los adultos: puede ser demasiado intensa o casi inexistente.
- Reacciones extremas ante la invasión de su espacio personal.
- Graves dificultades de adaptación a los cambios.
- Déficit en las habilidades motoras o sociales.
Una cuestión de extrema importancia, ya que muchas veces dificulta y hacer errar en el diagnóstico, es que no todos los niños presentan todos los síntomas descritos como clásicos. Consecuentemente, la ausencia de cualquiera de ellos no es excluyente del diagnóstico de TEA.